La
ilustración muestra como dos sombrillas podrían reducir la radiación solar
sobre la Tierra (la imagen no está a escala).
"Desde nuestro planeta se vería como un puntito, algo parecido a una mancha solar", dice el experto en astrodinámica de la Universidad de Cranfield (Reino Unido), el español Joan-Pau Sánchez. Con la colaboración de su colega aeroespacial Colin McInnes, de la universidad escocesa de Strathclyde, Sánchez ha estudiado la viabilidad de colocar una especie de sombrilla entre el Sol y la Tierra.
Durante sus simulaciones, los investigadores comprobaron que no bastaba con una sombrilla. Aunque pudiera conseguir la reducción de aquel 1,7% de radiación solar, una única estructura provocaría grandes diferencias entre latitudes y estaciones. Vieron que, con dos, cubrían los dos hemisferios y evitaban acusados cambios en el clima.
Mientras,
los líderes políticos mundiales, cumbre tras cumbre, no se deciden a frenar el
calentamiento global, un número creciente de científicos imagina cómo enfriar
el planeta para mitigar los efectos del cambio
climático. En lo que llaman geoingeniería, algunos proponen
inyectar aerosoles en las nubes para aumentar la refracción de los rayos
solares. Otros apuestan por fertilizar los océanos para que puedan capturar más
CO2. Y, ahora, un estudio demuestra la viabilidad de la
alternativa más grandiosa de todas: instalar una especie de sombrillas gigantes
en el espacio para que sombreen la Tierra.
La
forma más racional de combatir el cambio climático es atacar sus causas:
reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero, a falta de
racionalidad política, la geoingeniería se ha ido abriendo paso. En los últimos
años, tanto la Royal
Society británica como la estadounidense Academia
Nacional de Ciencias elaboraron sendos informes en los
que, tras insistir en que sería mejor prevenir que curar, repasan las distintas
alternativas para trastear el clima global.
Una de
ellas es una técnica de gestión de la radiación solar que parece más propia de
la ciencia ficción que de la ciencia a secas. No por casualidad, apenas tiene
hueco en los dos informes. Se trata de reducir la cantidad de energía solar que
llega al planeta colocando algo en la trayectoria entre el Sol y la Tierra.
Pero ese algo debería ser tan grande como para poder sombrear el planeta. Y si
es tan gigantesco, habría que saber dónde colocarlo y cómo.
Las
sombrillas deberían ser colocadas más allá del punto de Lagrange L1, a 2,4
millones de km. de la Tierra
"Desde nuestro planeta se vería como un puntito, algo parecido a una mancha solar", dice el experto en astrodinámica de la Universidad de Cranfield (Reino Unido), el español Joan-Pau Sánchez. Con la colaboración de su colega aeroespacial Colin McInnes, de la universidad escocesa de Strathclyde, Sánchez ha estudiado la viabilidad de colocar una especie de sombrilla entre el Sol y la Tierra.
Partiendo
de que la radiación solar media global es de 1.367 vatios por metro cuadrado,
los climatólogos han estimado que haría falta reducir esa cifra en un 1,7%. Con
ese porcentaje como referencia, los investigadores ensayaron miles de
configuraciones del tamaño, ubicación y masa de su sombrilla sobre un modelo
climático para lograr cancelar el cambio climático, volviendo a la situación de
1980.
Lo
primero que tenían que averiguar Sánchez y McInnes era dónde colocar la
sombrilla.Estudios anteriores habían
señalado al llamado punto de Lagrange L1 entre el Sol y la Tierra. Aunque el
matemático ítalo-francés Joseph-Louis Lagrange (de ahí su nombre) lo explica
mejor, se trata de una de las zonas (hay cinco
puntos lagranguianos) donde la atracción de la gravedad del
planeta y el astro se anulan, por lo que allí podría orbitar otro cuerpo más
pequeño sin que se viera arrastrado por alguno de los dos gigantes. El L1 entre
el Sol y la Tierra se encuentra a 1,5 millones de kilómetros de la segunda.
ampliar
foto
Desde
la Tierra, las sombrillas se verían contra el Sol aún más pequeñas que Venus
(en la imagen) durante su tránsito ante el astro. / NASA
Sin
embargo, y tal como explica Sánchez en PLoS ONE,
esos cálculos no tienen en cuenta el empuje de la radiación solar. Los fotones
chocarían contra la estructura y, como si fuera una vela, la arrastrarían hacia
la Tierra hasta que su gravedad la atrapara. Por eso, metiendo en la ecuación
la masa de la sombrilla, la presión de la radiación solar y la atracción
gravitatoria del Sol y la Tierra, el resultado es que habría que alejar la
sombrilla hasta los casi 2,44 millones de kilómetros del planeta. Así, el
impulso de los fotones compensaría la mayor atracción del Sol.
Dos
sombrillas mejor que una
Durante sus simulaciones, los investigadores comprobaron que no bastaba con una sombrilla. Aunque pudiera conseguir la reducción de aquel 1,7% de radiación solar, una única estructura provocaría grandes diferencias entre latitudes y estaciones. Vieron que, con dos, cubrían los dos hemisferios y evitaban acusados cambios en el clima.
Una de
las estructuras debería tener un radio de 1.522 kilómetros, más o menos la
distancia que hay entre Barcelona y Londres por carretera. La otra, solo 880
kilómetros de radio. "Con una solo no lograríamos buenos resultados en el
control estacional y con dos tienes mayor grado de libertad para dibujar la
sombra sobre la Tierra para compensar las diferencias entre latitudes",
explica el investigador español. Y es que, y esto es lo más fascinante, a pesar
de sus dimensiones y lejanía, las estructuras podrían ser manejadas usando la
propia radiación solar para orientarlas.
El
despertar de la geoingeniería
- La
geoingeniería contra el cambio climático está plagada de riesgo e
incertidumbre
- Una
flota de aviones podría ser la última línea de defensa contra el cambio
climático
- ¿Ha
llegado la hora de experimentar con el clima del planeta?
- Los
científicos de EE UU quieren investigar cómo alterar el clima
Aunque
el objetivo del estudio era demostrar la viabilidad de este sistema desde el
punto de vista de la física y la astrodinámica, quedan dos grandes cuestiones
por resolver y las dos están relacionadas: ¿cómo llevarla hasta allí y de qué
estaría hecha? En el estudio mencionan que haría falta la producción de
aluminio de una década para fabricar un filme tan enorme. Y después habría que
sacarla de la Tierra, montarla y ponerla en órbita.
Otra
opción sería aprovechar nubes de asteroides para, tras reubicarlas, hacerle
sombra al Sol. Parece algo imponente, sobrehumano, pero en la Tierra ya se han
hecho esfuerzos de ingeniería con un coste similar, como la presa de las Tres
Gargantas, en China, y proyectos como el de poner a un hombre en la Luna
llevaron más tiempo y recursos de los que necesitarían estas dos sombrillas
espaciales.
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