martes, 10 de noviembre de 2015

La casa común clama por el daño que le provocamos.



El Papa Francisco considera que entre los pobres más abandonados y maltratados “está nuestra oprimida y devastada tierra que gime y sufre dolores de parto”



La encíclica Laudato Si -Alabado seas, mi Señor- fue presentada por el Papa Francisco en junio de este año.
En el documento se describe el planeta Tierra como la casa común.
“Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba”, dice el texto.
Para el Sumo Pontífice, la casa común clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes “que Dios ha puesto en ella”.
Agrega: “Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”.
Pero también el Santo Padre considera que entre los pobres más abandonados y maltratados “está nuestra oprimida y devastada tierra que gime y sufre dolores de parto”.
Francisco sostuvo “que olvidamos que nosotros mismos somos tierra. Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura”.
En la carta el Papa pide “cambios profundos” en los estilos de vida, los modelos de producción y consumo y las estructuras de poder.
Además, critica “el rechazo de los poderosos” y “la falta de interés de los demás” por el medio ambiente.
Afirma que la tierra “parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería” y exhorta a “limitar al máximo el uso de recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar””.
Lamenta “una general indiferencia” ante el “trágico” aumento de migrantes “huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental””.
También el Sumo Pontífice critica la privatización del agua porque el servicio debe ser considerado como un derecho humano básico, fundamental y universal que determina la supervivencia de las personas.
Asegura que “los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre”. En su opinión existe “una verdadera deuda ecológica entre el Norte y el Sur”.
Asimismo, se refiere al “fracaso” de las cumbres mundiales sobre ambiente, en las que “el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común”.
Y apunta al “poder conectado con las finanzas” como el responsable de no prevenir y resolver las causas que originan nuevos conflictos.
En la encíclica Laudato Si se señala la necesidad de recuperar los valores “y los grandes fines arrasados por un desenfreno megalómano”.
“Cuando no se reconoce el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza”, dice el texto.
Para el Papa Francisco, el acceso al trabajo es una prioridad y manifiesta que “a veces puede ser necesario poner límites a quienes tienen mayores recursos y poder financiero”.
Pide que las comunidades aborígenes se conviertan “en los principales interlocutores” del diálogo sobre medio ambiente.
Asegura que las empresas “se desesperan por el rédito económico” y los políticos “por conservar o acrecentar el poder” y no por preservar el medio ambiente y cuidar a los más débiles.
La solución a los males que ocasionamos al planeta estaría en la educación, en la responsabilidad ambiental, en la escuela, la familia, los medios de comunicación y la catequesis”.
El Papa anima a los cristianos a “ser protectores de la obra de Dios” porque “es parte esencial de una existencia virtuosa”.
T/Janet Queffelec Padrón
F/ EFE

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