viernes, 6 de noviembre de 2015

Profesor Celestino Flores propone acción conjunta para atender problemas ambientales de Cumaná.




El docente jubilado de la UDO, ambientalista de larga trayectoria, afirma que la capital de Sucre debería ser declarada en emergencia ambiental y asegura que el río Manzanares puede ser un sitio para bañarse y una vía para transportarse. El colectivo Guayacán ―del cual forma parte― solicitó a la Defensoría del Pueblo que convoque a varias instituciones para buscar soluciones a las fallas de las cloacas
EL ambientalista Celestino Flores es jubilado de la Universidad de Oriente y se formó en el Instituto Pedagógico de Caracas como profesor de biología y química. Estudió biología marina en Alemania. Propone se declare en emergencia ambiental la ciudad de Cumaná
Si el compromiso con el ambiente se mide en función de las plantas con las que se convive, el profesor Celestino Flores es un hombre casado no solo con su esposa, Josefina, sino con la naturaleza. Bajo el poco compasivo sol de Cumaná, la calle en la que reside la familia Flores hierve sin necesidad del fuego; se podría partir un huevo en la mitad de la calle y seguramente se cocinaría. Pero la casa de los Flores es, literalmente, un oasis en el que se puede respirar sin temor a derretirse. A esa casa llegó el Correo del Orinoco hace dos semanas, luego de recorrer el río Manzanares para conocer las labores de saneamiento gracias a Pdvsa y a la Gobernación del estado Sucre.
Nacido en Portuguesa pero con más años en Sucre estado al que arribó a comienzos de los años 60 que en su estado natal, Flores no solo se desempeñó como docente en la Universidad de Oriente (UDO), sino que es un fiel militante de la defensa del ambiente. Formado en el Instituto Pedagógico de Caracas como profesor de biología y química, pudo estudiar biología marina en Alemania.
Como cumanés, enumera entre las obras emblemáticas que habría que hacer por los 500 años de Cumaná la recuperación de las fuentes, la limpieza de los drenajes y la culminación de la primera etapa del saneamiento del Manzanares.
Con la sensibilidad por el ambiente que lo mantiene siempre en pie de denuncia, Flores enfatiza que “la realidad ecológica de Cumaná es pésima”. Asegura que hay “explosiones cloacales por todos lados” y evalúa que la capital de Sucre debería ser declarada en emergencia ambiental “para entonces acometer una tarea de todos y sanearla, porque el saneamiento de la ciudad es fundamental”.
Recuerda que, en 1822, el general Antonio José de Sucre aprobó una ordenanza de limpieza y saneamiento ambiental para Quito que perfectamente podría aplicarse en sus considerandos y acuerdos a la Cumaná del siglo XXI. “Si el general Sucre llegara ahorita”, asegura, “haría alguna resolución muy parecida a esa que hizo él en 1822 allá en Quito”.

Flores considera como principal problema ambiental el sistema de cloacas de la ciudad
CONVOCATORIA PARA TODOS

Como integrante del colectivo Guayacán (Grupo de Unidad Ambiental y Acompañamiento Comunal de Activación Nacional), el profesor cita un documento de la organización en la que se solicita declarar en emergencia el sistema de aguas servidas y residuales del municipio Sucre. Guayacán demandó a la Defensoría del Pueblo que convoque al alcalde cumanés; al gobernador de Sucre y a Hidrocaribe, entre otros organismos, para buscar soluciones.
Critica, igualmente, el estado en el cual se encuentra el sistema de drenaje, construido décadas atrás y hoy rebasado por las necesidades debido al crecimiento de la población. “Todas las canales están llenas de basura y de monte”, diagnostica, y “donde hay agua las aguas están putrefactas”.
Flores estima que el saneamiento integral de Cumaná implicaría “correctivos para el sistema cloacal, correctivos para el mercado” y la construcción de dos nuevos mercados (hacia La Llanada y Caigüire) que permitan atender la demanda.

MANZANARES PARA EL TRANSPORTE

Flores, como especialista en aguas, ha hecho reiterados llamados de atención a las autoridades sobre el río Manzanares. “Desde que llegamos acá estamos ocupándonos de la necesidad de hacer que esa especie de reserva escénica sintonice apropiadamente con la ciudad”, destaca, como ocurre en otras urbes más allá de las fronteras venezolanas cruzadas por un curso de agua.
Tal como lo analiza, hay zonas del río en las que el agua casi no corre “porque se llena de monte” y también por los sedimentos. Comenta que hace algún tiempo comenzó la limpieza del Manzanares, pero que no avanzó: “Eso estaba paralizado y ahora se está reactivando, lo cual nos alegra. Ojalá que se termine y además se mejoren las condiciones del ornato”.
El manzanares operaba como una autopista natural. El río era tan navegable, sostiene, que la estatua ecuestre del Gran Mariscal de Ayacucho ubicada en el parque que le hace honor a su nombre habría sido llevada en barco, “lo cual evidencia que había calado de unos dos, tres o cuatro metros”.
En los años 60, todavía había personas que podían bañarse en el río manzanares. Hay quienes aseguran podían pescar camarones y otras especies fluviales
El especialista en aguas propone que al Manzanares mediante los trabajos de recuperación que lleva a cabo Pdvsa con el apoyo de la Gobernación de Sucre y la alcaldía de Cumaná se le garantice un calado suficiente hasta el puerto de La Madera, al sur de la capital (en la salida hacia Cumanacoa).
Incluso, plantea que se emplee el río para fortalecer el transporte urbano al usarlo como una vía para transporte de pasajeras y pasajeros. “Forma parte de lo que se puede rescatar como belleza escénica, y además sería un paseo muy bonito por toda la ciudad”, alega.
Flores no ve descabellado que el Manzanares, gracias a las labores de saneamiento que se asuman, pueda volver a ser un sitio donde darse un chapuzón. Todavía tiene fresca en su memoria la imagen de la gente bañándose en el río, en los años 60. ¿Por qué no retomarlo ahora?, se pregunta. Por lo pronto, quienes se bañan hoy en el río son quienes trabajan para sacar de él toda la basura inimaginable.
Sostiene que habría que sanear la ribera, ahora utilizada en algunos trechos como sanitario público; también, mejorar la población vegetal. Esta idea la conecta de inmediato, no solo con el Decreto de Chuquisaca del Libertador (1825) y las medidas para proteger el agua, sino con la Misión Árbol.
“La Misión Árbol conduce a que recuperemos aquí en Cumaná también lo que llamamos el vivero del estado, que está en una zona llamada Catuaro-Pantanillo”, expone. Ese vivero que, tal como lo manifiesta, está desactivado en casi todas sus partes, podría destinarse a fortalecer la reforestación del Manzanares, así como también para convertirlo en un centro científico-educativo.
No pierde la esperanza de que esa rehabilitación forme parte del regalo para Cumaná por sus 500 años. Y agrega otro: la atención de las fuentes de la ciudad, que “están en un estado de abandono”.

OTROS DOLORES CUMANESES

Flores no limita sus señalamientos a lo que sucede de acuerdo con su visión en materia ambiental. Como profesor jubilado, pero profesor siempre de la UDO coloca entre las obras prioritarias para el aniversario 500 la culminación de la biblioteca de la universidad.
La construcción, asevera, comenzó en 1985, pero nunca fue concluida. En el año 2000 Flores como integrante de un movimiento ecologista solicitó al Consejo Universitario de la UDO, al Gobierno nacional y a otros entes que se terminara la edificación y que se bautizara con el nombre Francisco de Miranda.
En 2003 sugirieron que se llamara Cajigal, pero la estructura tampoco avanzó. Cabe destacar que alistar una parte de la biblioteca de la UDO forma parte del plan de las 43 obras aprobadas por el presidente Nicolás Maduro para Cumaná con motivo de su cumpleaños.
                                 
“Es importante resaltar que tiene asignado un presupuesto, que se lo asignó el presidente Maduro cuando vino la última vez”, reporta. Esta es, insiste el profesor, “una obra emblemática para la ciudad”.
Para darle relevancia a la indianidad, el colectivo Guacayán solicitó levantar una estatua al indio Cayaurima en el Parque Guaiquerí. También, que se coloque el nombre del cacique indígena en alguna avenida y centro educativo para que su memoria siempre esté presente.
El grupo reclama, por otra parte, el rescate de la Casa Fuerte, que por alguna razón quedó dentro de una industria de procesamiento de pescado. Flores considera que la empresa podría abrir un paso franco para que la población pueda acceder a ella.
Como doliente de “la ciudad cumpleañera”, el profesor y ambientalista suma a las solicitudes que se terminen los kilómetros que faltan del trayecto Cumaná-Santa Fe de la Autopista a Oriente.
T/ Vanessa Davies
F/ Zailé Palacios

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